Una de las formas más antiguas y simples para propiciar el enfriamiento evaporativo, es la creación de patios “húmedos”. En esencia se trata de espacios abiertos que ocupan una posición más o menos central en los edificios (aunque también pueden ser patios frontales, laterales o posteriores) y que contienen vegetación profusa. En ocasiones también albergan cuerpos de agua, como fuentes, estanques o acequias. Cuando el aire pasa por las superficies de los cuerpos de agua, o atraviesa zonas con rocío generadas por éstos, se genera el proceso de evaporación que provoca la disminución de su temperatura. Algo similar sucede con la vegetación, ya que a través de sus poros la mayoría de las plantas liberan humedad hacia el ambiente en forma constante.
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